Victor Hugo. Pamplona.

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La situación es admirable. La naturaleza ha construido un llano redondo como un circo y lo ha rodeado de montañas; en el centro del llano, el hombre ha construido un ciudad: es Pamplona.

Por mi parte, opino que la compasión es una ley como la justicia, que la bondad es un deber como la probidad. Todo ser débil tiene derecho a la bondad y a la compasión del ser fuerte

. El vino es execrable, sabe a pellejo; el aceite es abominable, sabe a no sé qué; la muestra de todas las tiendas os ofrece lo mismo: Vino y aceite. Las calles anchas tienen aceras, los mendigos usan alhajas, las cabañas ostentan blasones, los habitantes no llevan zapatos. Todos los soldados tocan la guitarra en todos los cuerpos de guardia. Los curas se encaraman al imperial, fuman cigarros, miran las piernas de las mujeres, comen como tigres y están delgados como clavos. Los caminos están sembrados de pintorescos pordioseros

En este país, me veo precisado a repetirlo, la ventana no es tal ventana; es una aspillera. La casa no es tal casa, sino una fortaleza. A cada paso, una ruina. Y es que todas las guerras civiles de Navarra, de cuatro siglos a esta parte, han rodado por la hondonada confundidas con el torrente. Es que esta agua blanca de espuma, ha

sido muchas veces enrojecida por la sangre. Tal vez por eso aúlla con tanta tristeza el torrente. Y por eso también seguramente sueña el hombr

Pamplona es una ciudad que da mucho más de lo que promete. De lejos nos hace menear la cabeza con desencanto, pues no aparece ninguna silueta monumental; pero cuando se está en la ciudad, la impresión cambia. En las calles encontráis a cada paso cosas que os interesan; en las murallas quedáis embelesado.

Ciudad vascona, según unos, con el nombre antiguo de Pompelón; ciudad romana, según otros, con Pompeyo por fundador. Pamplona es hoy la ciudad navarra de la cual la casa de Evreux ha hecho una ciudad gótica, de la que la casa de Austria ha hecho una ciudad castellana, y de la que el sol hace casi una ciudad oriental.

En torno suyo son calvas las montañas, seca la llanura. Un bonito riachuelo, el Arga, da savia a algunos álamos. Las suaves ondulaciones que

El cuarto que ocupo en la fonda de Pamplona, en el segundo piso, tiene dos grandes ventanas que dan a la plaza mayor.

Esta plaza nada tiene de notable. Actualmente están construyendo en uno de sus extremos, al Este, no sé qué de horrible que parece un teatro y que será de obra de sillería. Recomiendo esta cosa al primer hombre de ingenio que bombardee a Pamplona.

Perdonadme, amigo mío, este lúgubre chiste. No lo borro, porque nace de la propia naturaleza de las cosas. El destino de todas las ciudades de España, ¿no es el de ser bombardeadas periódicamente? El año pasado Espartero bombardeaba Barcelona. Este año Van Halen bombardea Sevilla. ¿Quién será el que bombardee el año próximo y qué es lo que bombardeará? Lo ignoro. Pero tened por seguro que habrá algún bombardeo.

Siempre pronta al combate, la sombría Pamplona, antes de adormecerse a los rayos de la luna, cierra su cinturón de torres.

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